Época: Antoninos
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Los Antoninos

(C) Antonio Blanco Freijeiro



Comentario

La emperatriz Faustina, esposa de Antonino Pío, murió a los 36 años, en el 141, y fue consagrada como diva. En su honor levantó el Senado un templo que sobresale por su armonía entre todos los de la romanidad. Su cella, convertida en iglesia de S. Lorenzo in Miranda desde el alto Medioevo, hace sobresalir hoy, por encima del pórtico original, el ático de su graciosa fachada del siglo XVII, en armónica simbiosis de romano clásico y barroco.
El templo antoniniano se alza sobre un voluminoso podio de ancha escalera y altar (restaurada la primera). Un pórtico de seis columnas corintias, con capiteles y basas de mármol y fustes monolíticos de cipollino, seguidas de otras dos a cada lado, realza con su altura de 17 metros la importancia que para el romano de pura cepa tiene siempre la fachada. A la primitiva inscripción del arquitrabe, dedicada a Faustina, se sumó veinte años después la del cónyuge entonces fallecido, ésta en el friso, de modo que las dos rezasen: Divo Antonino et / Divae Faustinae ex s(senatus) c(consulto).

El fuerte contraste que hoy forman el suntuoso pórtico con las modestas fachadas laterales de peperino lo paliaban en la Antigüedad el revestimiento de éstas con placas y pilastras de mármol, de las que sólo subsisten los capiteles de las esquinas y las huellas de las grapas que fijaban las placas a los sillares.

El friso repite en toda su extensión un tema de grutesco, ese "adorno arquitectónico consistente en bichos y follajes", como lo define el diccionario de M. Moliner, y en una forma muy típica del siglo II: la pareja antitética de grifos de alas falciformes, separados por candelabros con matas y frondosos roleos de acanto. En medio de cada pareja de grifos se alza una crátera sobre pie de acanto, hacia la que las fieras levantan sus cabezas, deseosas de alcanzar el precioso contenido. Apolodoro de Damasco había utilizado el tema en uno de los frisos del Foro de Trajano pero en una versión más rica y quizá más profana: entre las cráteras y los grifos se interponen sendos amorcillos de piernas de acanto, que sirven a los grifos el vino que escancian, de jarritos, en páteras.

Para un templo funerario como el de Faustina era mas apropiado el grupo heráldico, tal y como aparece, probablemente copiado de aquí, en algunos sarcófagos, no muchos, y tal vez pertenecientes a miembros de la familia imperial. Aunque no de su propiedad exclusiva, el grifo, cabalgadura de Apolo en la coraza del Augusto de Prima Porta, era la bestia sagrada del dios protector del césar, ante quien se humillaban los arimaspos y las amazonas, precursores de los bárbaros, en reverente acatamiento de la autoridad de Roma. Parejas de grifos decoraban el peto de la estatua de Mars Ultor y de muchas efigies triunfales de los emperadores.

Ese simbolismo imperial y funeral ha de tener este friso de grifos y cráteras, único que se conserva in situ entre todos los de su género.

Entre los disiecta membra de otros monumentos, son de recordar dos placas aserradas, procedentes de Torre Annunziata, y conservadas hoy en el Museo de Boston.